Los reflejos primarios, arcaicos o primitivos del bebé son respuestas automáticas y mecánicas del sistema nervioso central a estímulos que se producen antes del desarrollo de los movimientos voluntarios.
La exploración neurológica del bebé puede determinar su estado madurativo y puede predecir la evolución futura de su desarrollo, por ello es importante observarlos.
En todos los bebés se activa una serie de reflejos, que aproximadamente a la edad de tres años (aunque dependerá mucho del reflejo del que hablemos) debieran haber desaparecido o haber sido integrados.
Estos reflejos son utilizados en pediatría para evaluar el desarrollo del bebé. Si estos reflejos primarios persisten, o no se integran y permanecen activos cuando ya no corresponde, pueden ser indicadores y causa de problemas motores o de aprendizaje y comportamiento en niños y adolescentes e incluso en adultos.
Pero no hay que esperar mucho tiempo para hacer la primera observación de los reflejos del bebé, en la primera exploración al recién nacido. Aquí se evaluarán reflejos como el de marcha automática, el de búsqueda, el de prensión plantar y palmar, el Reflejo de Moro…
La aparición y desaparición de los reflejos supone una mejor capacidad de adaptación al medio, por lo que son importantes para el desarrollo de las personas. Si un bebé no presenta un reflejo primario, o lo presenta durante demasiado tiempo, podría ser indicador de alguna carencia neuronal y determinadas dificultades en el desarrollo.
Mediante la observación de los reflejos se detectan signos de alerta y posibles anomalías que pueden afectar al niño, determinando causas y reduciendo anomalías futuras.
En definitiva, es importante la observación de los reflejos primarios del bebé para determinar si éste se halla en perfectas condiciones al reaccionar como es esperable frente a los distintos estímulos planteados en cada prueba, que dependerá de la edad del bebé o niño.